‘La trampa de las comisiones’ (opinió, María Ramos)

‘La trampa de las comisiones’ (opinió, María Ramos)

En política se dice la máxima que “cuando quieras que algo no funcione, crea una comisión”. Esto es lo que va a pasar con la comisión que se ha creado en el Parlamento a fin de establecer las líneas estratégicas para sacar al país de la profunda crisis económica, sanitaria y social. Sin olvidar a

En política se dice la máxima que “cuando quieras que algo no funcione, crea una comisión”. Esto es lo que va a pasar con la comisión que se ha creado en el Parlamento a fin de establecer las líneas estratégicas para sacar al país de la profunda crisis económica, sanitaria y social. Sin olvidar a los 30.000 muertos producidos por el Covid-19.

La estrategia para sacar al país de la profunda crisis no interesa a los partidos que han forzado la creación de la comisión porque no les interesa que el país ni sus gentes puedan remontar. Lo único que quieren es tomar el poder. Y, con el país destrozado, implementar su modelo de país.

Para conseguir el poder era necesario generar crispación, analizando la gestión y los fallecidos por el Covid-19 con una visión endogámica y como si solo hubiese pasado en España. Obviando, de esta forma, que están en situaciones similares países como Francia, Italia, Inglaterra, etc. Y acusando al gobierno central de ineficaz por errores como los ocurridos en la compra de las mascarillas, que resultaron defectuosas. Errores, por cierto, que repitieron otros gobiernos autónomos, como el de Andalucía. O extendiendo la idea de que el Gobierno miente, poniendo en duda los datos que se hacen públicos cada día, cuestionando la desescalada, presionando al Gobierno para que ponga en marcha otras franjas horarias -que una vez implementadas, se cuestionan y se piden que vuelvan a modificarse-, etc.

Es decir, se está generando la sensación de caos, de desconfianza, de inseguridad y de miedo entre los ciudadanos. Esta estrategia política para generar caos es la repuesta de estos ‘políticos de la comisión’ a la reacción colectiva de todo el pueblo: de ayuda, de colaboración, de esfuerzo, de tomar conciencia de la importancia de los servicios públicos y de sentirse unidos ante la gravedad de la pandemia y de trabajar todos, dejando a un lado sus proyectos individuales, para conseguir el material que la sociedad estaba necesitando (mascarillas, respiradores, etc.).

Los aplausos en las ventanas a las 8 de la tarde fueron una reacción espontánea de apoyo a los servicios públicos, en un primer momento centrados en la sanidad. Esa era una manifestación de entusiasmo, confianza, apoyo, solidaridad, optimismo, de conciencia colectiva y de que saldríamos de esta difícil situación. Pero esta manifestación se ha ido minando con mensajes en las redes contradictorios y bulos que ha difundido determinada prensa: el poder de la comunicación.

Era necesario acallar esta manifestación de unidad, de reivindicar servicios públicos, de entusiasmo. No se podía tolerar por mucho tiempo el pueblo organizado y que fuera tomando conciencia de que la falta de recursos de la sanidad pública era debida a los recortes y a las privatizaciones que se han ido realizando en el sector desde la crisis del 2007.

El pueblo estaba unido y decidido a salir todos juntos de esta situación, de resistir en base a la solidaridad.

Esta organización por sí misma del pueblo y este sentimiento colectivo solidario, ‘los políticos de la comisión’ lo vivieron como un peligro que les dio más miedo que el Covid-19.

“El pueblo unido jamás será vencido”: este es el verdadero problema y este es el objetivo que quieren destruir políticos histriónicos, resentidos, vengativos e interesados más en sus asuntos personales que en el bien colectivo.

No tengo confianza en que la comisión del parlamento establezca la estrategia para sacar al país de la crisis. No tengo confianza porque el objetivo, para muchos de los políticos que participan en ella, no es el de sacar al país de la crisis sino hundir al país en la miseria, en la desigualdad, la exclusión, la sumisión y en la competencia descarnada por la supervivencia. Y es que los gestos, el lenguaje no verbal, la mirada de estos políticos, es de una agresividad que da miedo, que paraliza el alma. Así, me temo que su modelo de sociedad esté basado en esos valores y, de ahí, la estrategia de generar el caos y de crear la comisión.

Las sociedades son muy influenciables por las informaciones que circulan -sean ciertas o no-:  es lo que se llama “corriente de opinión”.  Aquí, tiene una gran responsabilidad la prensa, que es (se dice) ‘el cuarto poder’. Los políticos tienen el encargo de hacer políticas y éstas afectan a la vida de los ciudadanos. Los ciudadanos tenemos el deber de participar para mejorar la calidad de vida. Y la prensa tiene la obligación de ayudar a pensar a los ciudadanos para que puedan participar y decidir de manera solidaria, con el objetivo de facilitar la vida a todas las personas que forman nuestra sociedad.

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