‘La importancia de la mirada’ (opinió, María Ramos)

‘La importancia de la mirada’ (opinió, María Ramos)

El Covid-19 ha marcado nuestras vidas, por lo menos en estos momentos de pandemia. Las autoridades científicas y políticas nos recomiendan encarecidamente el uso de mascarillas y el distanciamiento social. El virus se transmite de persona a persona y hay que prevenir los contagios ya que el virus se propaga por las gotitas que expulsamos

El Covid-19 ha marcado nuestras vidas, por lo menos en estos momentos de pandemia. Las autoridades científicas y políticas nos recomiendan encarecidamente el uso de mascarillas y el distanciamiento social.

El virus se transmite de persona a persona y hay que prevenir los contagios ya que el virus se propaga por las gotitas que expulsamos al respirar. Por eso cuando salimos a la calle, en la franja horaria que nos corresponde, vamos provistos de nuestra correspondiente mascarilla y cuando nos cruzamos con otra persona hacemos la acción para poner la distancia social.

No obstante, he observado que mientras realizamos todas estas acciones de prevención, también rehuimos la mirada. Miramos al otro como a un potencial elemento de infección. La mirada de la desconfianza, del miedo. Es como si viéramos a la persona como a un virus en potencia. Y no, no es eso. El virus es el Covid-19, no la persona. El virus se transmite en las gotitas que expulsamos al respirar: por eso la mascarilla, la distancia social, el lavado de manos.

El virus no se transmite por la mirada ni por el saludo.

Esas miradas esquivas, evitativas. Me ha parecido desolador.

En estos momentos de pandemia, de miedo al contagio, de mascarilla que impide a veces reconocernos, de distanciamiento social, es necesario acompañar estas acciones con gestos de reconocimiento, de un saludo, de una sonrisa o de una mirada cómplice. Un decirle al otro: “Estamos juntos en esto, yo me protejo para protegerte. Tú te proteges para protegerme”.

Esta mirada es importante para sentirnos acompañados en nuestra travesía por la pandemia y no percibir al otro como a un gen patógeno que puede poner en riesgo mi vida, sino como al compañero con el que haremos juntos este proceso, con el que viviremos juntos ahora y después de la pandemia.

Nuestro enemigo es el Covid-19. Y lo es para todos: para mí, que estoy bien y pienso en que eres tú el que me puede contagiar; de igual manera que lo es para ti, que estás bien y piensas que soy yo quien te puede contagiar. En esta tesitura sería importante mirarnos, mirarte, mirarme. Y, con esa mirada, reconocernos como iguales.

¿Qué os parece si a partir de ahora, cuando nos crucemos con nuestra mascarilla y con la distancia social requerida, tenemos una mirada cómplice, aunque no nos conozcamos?  Esa mirada tendrá el valor de reconocemos en el otro, compartir que ambos estamos viviendo la misma situación y que nos apoyamos y nos acompañamos en esta dura travesía.

Una mirada cómplice que evite el miedo de ver al otro como a un posible contagiador y nos veamos como a personas que estamos transitando por las mismas dificultades.

Y es que, en momentos de pandemia, la solidaridad, la humanidad, deberían inundar nuestra mirada.


(Foto: Ignasi Robleda)

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