‘La vida es bella’ (opinió, María Ramos)

‘La vida es bella’ (opinió, María Ramos)

La vida es bella aunque muchas veces no sea fácil. No es fácil superar las dificultades del día a día, no es fácil entender ni a veces comprender al otro, no es fácil aceptar las pérdidas, no es fácil soportar el dolor, no es fácil afrontar la muerte. No.  No es fácil. Cuando afirmamos que

La vida es bella aunque muchas veces no sea fácil. No es fácil superar las dificultades del día a día, no es fácil entender ni a veces comprender al otro, no es fácil aceptar las pérdidas, no es fácil soportar el dolor, no es fácil afrontar la muerte. No.  No es fácil.

Cuando afirmamos que la vida es bella no nos dejamos guiar por la fantasía romántica de que todo es felicidad. Eso sería iluso y negacionista de los sufrimientos que hemos de ir acumulando a lo largo de nuestra vida. Apelamos, más bien, a la capacidad de resiliencia para la superación de tropiezos, malentendidos, disgustos, contrariedades. Siempre partiendo de una actitud para convivir con las dificultades, no desde el victimismo ni desde la derrota, sino desde la posición de la paz o sabiduría personal que nos permita sobrellevar esas adversidades. Todo ello nos puede llevar a su superación, a su afrontamiento, a la sabiduría para vivir de la manera más confortable posible.

Lo que somos y cómo somos vienen determinados por nuestra biografía: nuestra infancia, la familia, los afectos, los aciertos y los errores, los triunfos y los fracasos, o la gente buena con la que nos hemos cruzado y aquella que no lo fue tanto. Es decir: el cúmulo de experiencias y aprendizajes acumulados a lo largo de nuestro periplo vital. Todas esas vivencias y la intensidad con la que las hemos vivido son las que conforman nuestro yo.

La reconciliación y aceptación de lo que somos nos llevan al necesario equilibrio, que nos ayudará a vivir de la manera más confortable posible y a acercarnos a esa máxima que “la vida es bella”.

La vida es bella porque, en medio de todas las desventuras, siempre afloran momentos de felicidad, de gozo, de plenitud y de alegría que nos hacen la vida más confortable y bella.  Siempre encontramos algo, a alguien o a nosotros mismos, que nos hacen sentir dichosos. Unas fotos de otros momentos, rescatadas del olvido o que reflejan momentos de felicidad; una llamada de teléfono; una vídeoconferencia; ver al otro feliz; una palabra amable; una mirada; un encuentro; un recuerdo; etc. Todas esas experiencias satisfactorias nos muestran que la vida puede ser bella.

Las dificultades son inherentes a la vida pero lo importante es cómo tratamos de superarlas. Ello vendrá determinado por nuestros rasgos de personalidad y, sobre todo, por los aprendizajes que hemos ido acumulando.

Vivir no es estar instalados en la permanente felicidad. En la vida hay momentos en que te sientes enfadado, solo, atrapado en situaciones dolorosas. Esos sentimientos forman parte de la vida; sentimientos que no tenemos que negar ni huir de ellos buscando esa “quimera” de la felicidad plena.

Tenemos que ser honestos con nosotros mismos y saber reconocer nuestras debilidades y fortalezas, las dificultades que tenemos para salir de situaciones que nos hacen sufrir o nuestras torpezas para cambiar reacciones ante determinadas circunstancias que nos hieren.

Debemos intentar reconocernos y tratarnos bien. Sentir que la vida es placer y displacer, que es felicidad y es dolor, y que a pesar de todas las dificultades a las que hemos de hacer frente siempre hay momentos, vivencias, palabras, compañías y soledades que nos proporcionan instantes de felicidad.


(Foto: Pixabay)

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