“Perplejidad” (text, per María Ramos)

“Perplejidad” (text, per María Ramos)

Estamos asistiendo a un rebrote de Covid19; un rebrote muy virulento, en el que volvemos a tener el alma encogida por el miedo, el peligro y la incertidumbre. Y, mientras, parece como si estuviéramos esperando que nos tocara personalmente. Es una espera trágica y resignada, porque: ¿qué podemos hacer? Cumplimos las normas de prevención: mascarilla,

Estamos asistiendo a un rebrote de Covid19; un rebrote muy virulento, en el que volvemos a tener el alma encogida por el miedo, el peligro y la incertidumbre. Y, mientras, parece como si estuviéramos esperando que nos tocara personalmente.

Es una espera trágica y resignada, porque: ¿qué podemos hacer? Cumplimos las normas de prevención: mascarilla, lavado de manos y distancia social. Pero, sin embargo, el virus “campa” descontrolado y a toda velocidad.

Este hecho me hace pensar en el modelo de sociedad en el que nos habíamos instalado y que ha saltado por los aires ante la presencia entre nosotros de un virus (al que ya llamamos por su nombre: la Covid-19).

Vivimos los últimos años en una sociedad en la que consumíamos productos como: pasta o cereales sin gluten, leche sin lactosa, fruta sin fructosa, carne sin grasas, edulcorantes sin azúcar, aguas embotelladas… Pero, sin embargo, consumíamos productos ultraprocesados como, precisamente, pastas, cereales, lácteos, hamburguesas…

Una sociedad en la que los desplazamientos a una y otra parte del globo eran la gran ilusión de todos. Viajes y estancias en países exóticos o países más avanzados era el ideal de triunfo social. Y llega un virus invisible pero muy poderoso y nos confina en nuestras casas y hace saltar por los aires nuestro modo de vida.

Un virus que nos hace patente nuestra vulnerabilidad, que nos pone en cuestión nuestra manera de relacionarnos, que nos pone en evidencia nuestra manera de consumir, y que, tal vez y esperemos que no, nos lleve a una sociedad totalitaria.

Y es que, en momentos de miedo, inestabilidad, incerteza, inseguridad personal y social, surgen sentimientos totalitarios y una parte de la sociedad se agarra a ellos como tabla de salvación. En realidad, es un mecanismo de defensa para no pensar en lo que nos está pasando y poner nuestro futuro en un salvador mesiánico. Es una huida de nuestra responsabilidad para entregarnos en manos de un “mesías” que confiamos nos salvará.

La gran paradoja radica -por lo que yo conozco- en que este “mesías” salvador es un individuo o un conjunto de ellos fracasados, resentidos y ansiosos de sangre que buscan poder manchar para no tener que enfrentarse a sus frustraciones.

Individuos que se intoxican la mente para no pensar sano  

Individuos que ven en el otro -que, por lo general, suele ser un colectivo desfavorecido- al enemigo a batir y lanzan bulos y falsas acusaciones que son fáciles de creer, como que: los ‘menas’ asaltan y matan a los niños para quitarles el móvil, los inmigrantes son los que ocupan las viviendas personales, los inmigrantes vienen a nuestro país para vivir de ayudas sociales y no trabajar, etc. Las personas que se creen estas patrañas suelen ser personas o demasiado ricas, que tienen mucho que perder; o también, y esto es muy penoso, personas con poca formación -no académica- sino de vida: personas con pocas posibilidades sociales y económicas, que usan el desplazamiento de su problema hacia esos otros que están en una situación similar o peor.

Se desatan aquí los sentimientos más primarios. Todos son competidores por los mismos recursos y, por eso, al otro hay que eliminarlo. Aflora el instinto animal de atacar a la presa, tal vez por este primitivismo. Y, para intentar darle una dimensión un poco elaborada o lo que en tiempos pretéritos se decía “El destino en lo universal” se intenta subliminar una idea, ya sea una religión, una patria, una bandera etc. como el ideal que te salvará o te llevará a una muerte gloriosa.

En este clima de primitivismo surgen también las ideas negacionistas de la covid-19 y, por lo tanto, se niega la existencia del virus, obviando la dimensión mundial de la pandemia. Se repite una y otra vez, a modo de mantra, que este virus ha sido una estrategia del Gobierno para eliminar a parte de la población. Se están extendiendo ideas que acentúan la sensación de peligro para que la sociedad se repliegue, deje de pensar y se instale, como en los años treinta y hasta el final de la II Guerra Mundial, en unas sociedades totalitarias que en su momento trajeron miseria y millones de muertos.

La responsabilidad es nuestra: de todos y de cada uno. Nos hemos de proteger de la Covid-19 con mascarillas, lavado de manos y distancia social. Pero también de los totalitarismos, con sentido común, respeto al otro y solidaridad.

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