crispación – Asem Catalunya http://asemcatalunya.com Associació Catalana de Persones amb Malalties Neuromusculars. Atenció individual i familiar a persones amb Duchenne, Atrofia Espinal, Steinert, Charcot Marie Tooth, Miastenia, Fri, 05 Jul 2024 10:52:25 +0000 ca hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.26 http://asemcatalunya.com/wp-content/uploads/2015/04/cropped-01-e1688122564693-32x32.png crispación – Asem Catalunya http://asemcatalunya.com 32 32 ‘La trampa de las comisiones’ (opinió, María Ramos) http://asemcatalunya.com/la-trampa-de-las-comisiones-opinio-maria-ramos/ http://asemcatalunya.com/la-trampa-de-las-comisiones-opinio-maria-ramos/#respond Fri, 08 May 2020 10:47:53 +0000 http://asemcatalunya.com/?p=7749 En política se dice la máxima que “cuando quieras que algo no funcione, crea una comisión”. Esto es lo que va a pasar con la comisión que se ha creado en el Parlamento a fin de establecer las líneas estratégicas para sacar al país de la profunda crisis económica, sanitaria y social. Sin olvidar a

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En política se dice la máxima que “cuando quieras que algo no funcione, crea una comisión”. Esto es lo que va a pasar con la comisión que se ha creado en el Parlamento a fin de establecer las líneas estratégicas para sacar al país de la profunda crisis económica, sanitaria y social. Sin olvidar a los 30.000 muertos producidos por el Covid-19.

La estrategia para sacar al país de la profunda crisis no interesa a los partidos que han forzado la creación de la comisión porque no les interesa que el país ni sus gentes puedan remontar. Lo único que quieren es tomar el poder. Y, con el país destrozado, implementar su modelo de país.

Para conseguir el poder era necesario generar crispación, analizando la gestión y los fallecidos por el Covid-19 con una visión endogámica y como si solo hubiese pasado en España. Obviando, de esta forma, que están en situaciones similares países como Francia, Italia, Inglaterra, etc. Y acusando al gobierno central de ineficaz por errores como los ocurridos en la compra de las mascarillas, que resultaron defectuosas. Errores, por cierto, que repitieron otros gobiernos autónomos, como el de Andalucía. O extendiendo la idea de que el Gobierno miente, poniendo en duda los datos que se hacen públicos cada día, cuestionando la desescalada, presionando al Gobierno para que ponga en marcha otras franjas horarias -que una vez implementadas, se cuestionan y se piden que vuelvan a modificarse-, etc.

Es decir, se está generando la sensación de caos, de desconfianza, de inseguridad y de miedo entre los ciudadanos. Esta estrategia política para generar caos es la repuesta de estos ‘políticos de la comisión’ a la reacción colectiva de todo el pueblo: de ayuda, de colaboración, de esfuerzo, de tomar conciencia de la importancia de los servicios públicos y de sentirse unidos ante la gravedad de la pandemia y de trabajar todos, dejando a un lado sus proyectos individuales, para conseguir el material que la sociedad estaba necesitando (mascarillas, respiradores, etc.).

Los aplausos en las ventanas a las 8 de la tarde fueron una reacción espontánea de apoyo a los servicios públicos, en un primer momento centrados en la sanidad. Esa era una manifestación de entusiasmo, confianza, apoyo, solidaridad, optimismo, de conciencia colectiva y de que saldríamos de esta difícil situación. Pero esta manifestación se ha ido minando con mensajes en las redes contradictorios y bulos que ha difundido determinada prensa: el poder de la comunicación.

Era necesario acallar esta manifestación de unidad, de reivindicar servicios públicos, de entusiasmo. No se podía tolerar por mucho tiempo el pueblo organizado y que fuera tomando conciencia de que la falta de recursos de la sanidad pública era debida a los recortes y a las privatizaciones que se han ido realizando en el sector desde la crisis del 2007.

El pueblo estaba unido y decidido a salir todos juntos de esta situación, de resistir en base a la solidaridad.

Esta organización por sí misma del pueblo y este sentimiento colectivo solidario, ‘los políticos de la comisión’ lo vivieron como un peligro que les dio más miedo que el Covid-19.

“El pueblo unido jamás será vencido”: este es el verdadero problema y este es el objetivo que quieren destruir políticos histriónicos, resentidos, vengativos e interesados más en sus asuntos personales que en el bien colectivo.

No tengo confianza en que la comisión del parlamento establezca la estrategia para sacar al país de la crisis. No tengo confianza porque el objetivo, para muchos de los políticos que participan en ella, no es el de sacar al país de la crisis sino hundir al país en la miseria, en la desigualdad, la exclusión, la sumisión y en la competencia descarnada por la supervivencia. Y es que los gestos, el lenguaje no verbal, la mirada de estos políticos, es de una agresividad que da miedo, que paraliza el alma. Así, me temo que su modelo de sociedad esté basado en esos valores y, de ahí, la estrategia de generar el caos y de crear la comisión.

Las sociedades son muy influenciables por las informaciones que circulan -sean ciertas o no-:  es lo que se llama “corriente de opinión”.  Aquí, tiene una gran responsabilidad la prensa, que es (se dice) ‘el cuarto poder’. Los políticos tienen el encargo de hacer políticas y éstas afectan a la vida de los ciudadanos. Los ciudadanos tenemos el deber de participar para mejorar la calidad de vida. Y la prensa tiene la obligación de ayudar a pensar a los ciudadanos para que puedan participar y decidir de manera solidaria, con el objetivo de facilitar la vida a todas las personas que forman nuestra sociedad.

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‘La impaciencia’ (opinió, María Ramos) http://asemcatalunya.com/la-impaciencia-opinio-maria-ramos/ http://asemcatalunya.com/la-impaciencia-opinio-maria-ramos/#respond Thu, 07 May 2020 11:34:21 +0000 http://asemcatalunya.com/?p=7743 No tengo demasiada esperanza sino más bien tengo preocupación por la deriva social, política, e individual en la que, parece, nos hemos instalado en este periodo de desescalada. Todos tenemos prisas. ¡Qué pronto hemos olvidado aquello de vivir el aquí y el ahora! La reflexión y el aprendizaje ya no nos sirven como valores. La

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No tengo demasiada esperanza sino más bien tengo preocupación por la deriva social, política, e individual en la que, parece, nos hemos instalado en este periodo de desescalada. Todos tenemos prisas. ¡Qué pronto hemos olvidado aquello de vivir el aquí y el ahora! La reflexión y el aprendizaje ya no nos sirven como valores. La ilusión de una sociedad más solidaria se desvanece.

No tengo demasiada esperanza tampoco de que todo el sufrimiento que hemos vivido nos haya ayudado a ser más sensatos, generosos, amables o colaboradores. Y no tengo demasiada esperanza porque ahora que comienza la desescalada, y el camino hacia la nueva normalidad, están surgiendo reivindicaciones personales del estilo: “¿Qué hay de lo mío?”

La explosión de una sociedad solidaria, optimista, grupal que asumía el reto de “de ésta, todos saldremos” se ha transformado rápido en una sociedad que está en la puerta de salida, ansiosa, expectante y a la defensiva para salir la primera.

Los aplausos de las 8 de la tarde de agradecimiento y defensa de los servicios públicos pueden quedar en algo festivo, sin más transcendencia. Ahora surgen iniciativas para ir a la medicina privada para hacerse los tests: “Yo, que puedo pagarlo”.

No tengo demasiada esperanza porque los políticos que hacen y viven de la política en nuestro país parece que sean -o son- un fiel reflejo de nuestra sociedad. ¡No son tan extraños! Por eso se permiten el lujo de, en uno de los momentos más difíciles del país, dinamitar, impedir acuerdos que, además de las medidas que pudieran establecer, darían un ejemplo a la sociedad de que la colaboración, la confianza, la nobleza, la ética y el compromiso sirven para salir mejor parados de la grave situación en la que estamos y la que nos depara el futuro. Los políticos  no escuchan, solo se escuchan a ellos mismos.  Sus discursos políticos son agresivos, descarnados, en los que las negociaciones de partido vuelven a tener más importancia que la salud de los ciudadanos.

No tengo demasiada esperanza en los datos económicos. No me sirve que comparen los datos de este mes con los del mismo mes del año pasado. No son comparables y compararlos genera malestar e irracionalidad. La pandemia ha parado durante 60 días el sistema económico. No me digan que no vienen turistas: no es que no vengan es que las fronteras están cerradas.  No me digan que ha aumentado el paro: es que medio país nos fuimos todos al paro para preservar la salud.

No tengo demasiada esperanza porque, asumiendo la desescalada, la infección del covid19 ha sido y debe continuar siendo un asunto de salud pública. Es una infección de carácter social, no es una infección que se contrae en un puesto de trabajo.  No es un tema de salud laboral, es un tema de salud pública. Y como tal, tiene que seguir siendo tratado. Los ciudadanos, los trabajadores, tenemos nuestra responsabilidad personal para protegernos y proteger a los otros pero la responsabilidad del control de la pandemia es pública.

Tuve esperanza en que el sufrimiento de estos días nos enseñaría a vivir de una manera más confortable, que la visualización de los centenares de muertos nos haría entender que todo lo personal es político, que la colaboración y la solidaridad nos ayudarían a reconocer y respetar al otro, que la ilusión de que “todo va a salir bien” nos uniría y sentaríamos las bases de esa sociedad que por momentos vivimos: solidaria, comprometida, de bienestar y que generó -o me generó- esperanza.


(Foto: Ignasi Robleda)

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