‘Objetivo: aplanar la curva’ (opinió, María Ramos)

‘Objetivo: aplanar la curva’ (opinió, María Ramos)

Desde el comienzo de la cuarentena o confinamiento, he ido escribiendo sobre cómo, a mi entender y a mi alrededor, evolucionaba la situación derivada de la pandemia originada por el Covid19 y sus consecuencias sociales, económicas y personales. En mis primeros escritos me preocupó la falta de reflejos del gobierno de Sr. Sánchez, así como

Desde el comienzo de la cuarentena o confinamiento, he ido escribiendo sobre cómo, a mi entender y a mi alrededor, evolucionaba la situación derivada de la pandemia originada por el Covid19 y sus consecuencias sociales, económicas y personales.

En mis primeros escritos me preocupó la falta de reflejos del gobierno de Sr. Sánchez, así como la falta de anticipación de lo que se nos venía encima. Era lógico que en un mundo globalizado donde el movimiento de personas y mercancías es constante y donde las distancias están neutralizadas -sirva de ejemplo, que un vuelo de China a España dura unas 11 horas y 7 horas es lo que se tarda en un viaje de Barcelona a Zamora-, el virus no encontraría distancias ni fronteras. He cuestionado la falta de previsión para disponer del material de protección necesario; los recortes en Sanidad; en Catalunya, a cargo del ‘Govern dels millors’, después continuado por sus alumnos aventajados, la privatización versus externalización de servicios sociales; o, la deslocalización de empresas. Porque todo ello ha contribuido a que el Covid 19 haya encontrado una situación propicia para causar tanta devastación.

En estos escritos del confinamiento he insistido, mucho, en la importancia de la política ya que ésta incide muy directamente en nuestras vidas, y las modela y las dirige. Y no: no estamos gobernados por políticos de talla. El Sr. Sánchez se ha visto sobrepasado por la situación, se ha visto atacado por todos los flancos y ha ido siempre un paso por detrás. Y, por eso mismo, ha ido aplicando medidas para que los demás no se le adelantaran. Cuando el día 15 decretó el Estado de Alarma y el confinamiento de la población, muchos ciudadanos ya habíamos tomado la decisión de confinarnos. Al Sr. Illa, a quien realmente le ha tocado lidiar con la peor situación imaginable que le puede tocar a un ministro de Sanidad -una pandemia de la virulencia de la que estamos viviendo-, se le ha visto desbordado. Y se han ido acumulando errores, como que las compras que ha realizado han sido fallidas, el reparto de material que nunca llega o que el estudio de seroprevalencia no acabe de ponerse en marcha. Pero es que, también, al Sr. Illa se le ha visto poco empático.

Mención aparte merece el Sr. Iglesias y su inmenso afán de protagonismo. Sr. Iglesias: estoy convencida de que la apuesta de “en esta crisis no vamos a dejar a nadie atrás” es suya. Es gracias a usted, pero no es necesario que aparezca en las ruedas de prensa, saltándose la cuarentena, para darnos un mitin. O que, en una rueda de prensa a la que se invitan a periodistas, nos haga una performance y adopte una pose patética pidiendo perdón a los niños, o anuncie la renta básica por unos cauces que no son los gubernamentales. Y es que usted está en el Gobierno. Por esas escenificaciones entiendo ahora al Sr. Sánchez cuando dijo: “Es que si el Sr. Iglesias estuviera en el Gobierno, no podría dormir tranquilo”. Probablemente tuviera razón.

A pesar de todo esto, el pueblo, la ciudadanía, se conjugó en el afán de: “Vamos a salir de ésta”. Y, como un todo, se pusieron en marcha redes de solidaridad, de apoyo, con el propósito que nadie se quede atrás: las personas, a nivel individual, mientras las empresas se pusieron a colaborar para dotar de material a los sanitarios. Los aplausos, entusiastas y agradecidos, solidarios, de unidad, sonaban con fuerza. Se estaba haciendo realidad aquello de: “El pueblo unido jamás será vencido”.

Pero hasta aquí podríamos llegar, esto no podían tolerarlo los patriotas de la ‘banderita’ y del “Viva España”. No, esos patriotas no quieren un pueblo unido trabajando para salir de una de las peores crisis: una crisis de salud, de muertes colectivas, económica, etc. Ellos no quieren un pueblo que ante tanto desastre se une, se solidariza, colabora para superar este mal. Y, por eso, comienzan a hacer correr bulos, mentiras, descalificaciones, humillaciones hacia el país -ese que tanto quieren-. Ponen en marcha otra leyenda negra sobre España: dicen que “somos los peores”, que no se está haciendo nada bien, que en este país se deja morir a la gente, que no hay libertad de expresión o que el Estado de Alerta está limitando la libertad de los ciudadanos.

Poco a poco, con esa leyenda negra, van logrando aplanar la curva del entusiasmo del pueblo, de la voluntad de colaborar unidos para salir de esta trágica situación. Logran que los aplausos entusiastas, agradecidos, solidarios, de resistencia, se vayan apagando poco a poco. Y es que los patriotas de las ‘banderitas’ y del “Viva España” no quieren un pueblo unido. Quieren un pueblo aplanado, derrotado, humillado en la miseria, para así resurgir el caudillismo y los caudillos -estos suelen ser personas resentidas, vagas, intransigentes, necias e intolerantes-. Ante esta situación, solo puedo decir y digo de manera angustiada: “ALERTA ESPAÑA”.

María Ramos


(Foto: Gerd Altmann /Pixabay)

 

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